Una zaga prácticamente 'contra natura', pero enorme en su
trabajo y esfuerzo
El partido en sí comenzaba con jugosas novedades. La
epidemia de bajas en la zona defensiva provocaba que Pérez
Herrera tuviera un Sudoku atrás. Pedro Mariño en el
lateral derecho, puesto desconocido para él hasta hace una
semana. Nano Cavilla como lateral zurdo, olvidando el
esguince de su tobillo. Gabi Ramos haciendo pareja con Lolo
Guerrero. Una zaga prácticamente contra natura, pero
enorme en su trabajo y esfuerzo. Otra novedad, Pedro Ríos,
un “coloca”, otro fichaje Panini (Levante y Getafe).
Los cordobesistas contaban con jóvenes conocidos como Sebas
Moyano, Víctor Mena, Jordi Ortega o David Moreno, junto a
los nuevos Lavín (canterano del R. Madrid), Sillero (canterano
del Sevilla FC y Almería), Aguado (ex del Real Jaén) e
incluso el autor del gol, Laro Setién, hijo de Quique
Setién, técnico del Real Betis. Los blanquiverdes, por
cierto, vestían un rosa fucsia muy cuqui.
El equipo salió on fire los primeros veinte minutos,
con una magnífica combinación de actitud y aptitud. Los de
La Isla dieron muestran de peligro en las botas de Pedro
Ríos, Javi Casares y Carri. Le dimos al Me Gusta del
Facebook. Luego comenzaron a estirarse algo más los del
Califato. Apariciones estelares de Doblas, bien en vuelo,
bien en una salida a la velocidad de la luz. También digno
de resaltar la pelea futbolística que tuvo Lolo Guerrero con
Sillero (Mayweather vs. McGregor).
Ya con plenilunio y los mosquitos dándose un festín, en el
segundo acto ocurrían más cosas que en el viaje de Manuel
Bartual por Twitter. De todo, como en Bahía Sur, el teatro
de nuestros sueños azulinos. José Herrera movía fichas en el
minuto 63. Un canario y un paraguayo por un sevillano y un
jerezano. Dentro Óscar Martín y Manu Palma. Fuera, Aguilera
y Casares. Efecto redbull.
Un gol de Óscar... Martín y un penalti claro y cristalino
como el agua
En el 67, un gol de cine, un gol de Óscar… Martín. El de
Lanzarote entraba como cuchillo en manteca y anotaba un
chicharrazo ante el que el meta Lavín no pudo decir ni pío.
El gol llenó de felicidad a la afición isleña que, a buen
seguro, que el lunes volvió al trabajo con la garganta
resentida. ¡Qué bien saben los goles en casa del pobre!
Minutos más tarde el mencionado penalti sobre Carri, claro y
cristalino como el agua (recordando a Camarón).
Se unía al colmo de la mala suerte la lesión del autor del
gol. Y para más inri, ya en tiempo de prolongación, en la
última jugada, Laro Setién marcaba un gran gol que pudo ver
in situ su padre. El equipo sumaba un punto insuficiente
para los méritos contraídos. Este equipo y esta afición se
merecían una alegría.
Los isleños son como el héroe griego Ulises, que no para de
atravesar infinitas odiseas en forma de lesiones, bajas
inesperadas (bye, bye Rubén), alineaciones debidas o
indebidas (apelamos a Apelación) y goles en los estertores
del partido que te privan de salir con un smiley de sonrisa.
Al igual que Ulises, al final encontrará su patria Ítaca y
se reencontrará con su Penélope para tejer las ilusiones de
los socios, aficionados y amigos del San Fernando. Fe ciega
en la plantilla. |